miércoles, 1 de abril de 2009

aguas abiertas

Canto para una semilla (con música de Luis Advis y textos pertenecientes a las Décimas autobiográficas de Violeta Parra)


DICAP JJLS-16 (1972)

01 - Relato 1
02 - Los parientes
03 - Relato 2
04 - La infancia
05 - Relato 3
06 - El amor
07 - Relato 4
08 - El compromiso
09 - Relato 5
10 - La denuncia
11 - Relato 6
12 - La esperanza
13 - Relato 7
14 - La muerte
15 - Relato - coro
16 - Epílogo
17 - Canción final



Canto para una semilla (con música de Luis Advis y textos pertenecientes a las Décimas autobiográficas de Violeta Parra)

La obra del músico y compositor chileno Luis Advis está lejos aún de ser reducida a los homenajes póstumos -sobradamente justos, por lo demás- que han tenido lugar el último tiempo en nuestro país. La comprensión de su obra nos permite reflexionar sobre las relaciones entre música y cultura que tienen lugar en la sociedad chilena desde la última parte del siglo pasado, y las formas en que la creación musical se vincula con la experiencia de los sujetos en ese momento particular de nuestra historia. Luis Advis instala, de esta forma, una práctica compositiva que nos permite, por una parte, considerar las preocupaciones del músico en la sociedad chilena y, por otra, pensar la propia actividad musical a partir de las coordenadas históricas y culturales que determinan su lugar en la cultura.

La musicología y los estudios culturales han puesto especial atención, durante el último tiempo, en las relaciones entre música y experiencia que tienen lugar en la cultura contemporánea. Estas perspectivas se encontrarían determinadas por la intención de descubrir a través de la música y de los distintos objetos culturales, las formas en que los sujetos construyen sus identidades o expresan a través de ellos su visión de la sociedad.

La escucha de las obras compuestas por Luis Advis, especialmente de aquellas obras "híbridas" como la Cantata Santa María de Iquique (1969) o Canto para una semilla (1972), nos plantean una forma de experiencia musical que se encuentra estrechamente relacionada con la memoria social y colectiva de los sujetos en la modernidad, al mismo tiempo que se vincula a las transformaciones culturales y estéticas en la actividad musical en nuestro país.

"Los elementos culturales extranjeros continuaron prevaleciendo, pero fueron deliberadamente asimilados dentro de un nuevo marco de referencia. Numerosos compositores sintieron que en el proceso de asimilación una selección natural y cualitativa tenía lugar, seguida por una imitación, re-creación y transformación de los modelos extranjeros de acuerdo a las condiciones locales y las necesidades individuales prevalecientes. El compositor progresista latinoamericano del período comienza entonces a mirar su propio entorno cultural de una manera totalizante".

En este sentido, los procedimientos en la composición musical desde los años 50 han utilizado, entre otras fuentes sonoras, la tradición de la música popular latinoamericana, con el objetivo de dar cuenta de una relación con la sociedad y la cultura distinta a la forma convencional en que la música ha sido pensada en la región desde el siglo XIX, e incluso durante las transformaciones culturales del siglo XX que dieron origen a la modernización y al surgimiento de la sociedad de masas. La música popular, en este marco, ha sido tradicionalmente excluida de la cultura musical de nuestros países y reducida a objeto de un patrimonialismo esencializante, o bien, de un sociologismo reduccionista y elitista. La práctica de los músicos y compositores desde mediados de siglo ha buscado revertir esta situación, ya sea a partir de una elaboración académica de la música popular, o bien, a través de la vinculación con estas formas musicales.

En el caso de Chile, estas relaciones han estado representadas desde la segunda mitad del siglo XX por compositores como Sergio Ortega (1938-2003), Gustavo Becerra (1925), Luis Advis (1935-2004) y otros.

En la obra Canto para una semilla (con música de Luis Advis y textos pertenecientes a las Décimas autobiográficas de Violeta Parra), estrenada en Chile por Isabel Parra y el grupo Inti-Illimani en el año 1972, ya sea por las características formales de la música, por la poética en la letra de Violeta Parra o, más precisamente, por la relación entre ambas, es posible observar la construcción de una experiencia subjetiva, en la cual la musicalidad cumple una función preponderante en la representación de una experiencia individual y una identidad colectiva en el contexto chileno de los años sesenta y setenta.

Canto para una semilla es la segunda obra del repertorio de Luis Advis perteneciente al conjunto de los "géneros intermedios" o "híbridos" que él mismo define como "semi-populares". La primera de sus obras con estas características fue la Cantata Santa María de Iquique, interpretada por el grupo Quilapayún en 1969, y la última fue la sinfonía Los tres tiempos de América, estrenada en Mérida en el año 1998. En ellas, lo primero que se distingue es la utilización de elementos formales provenientes de la tradición barroca y culta de la música europea, tales como la cantata o el oratorio, pero utilizadas con intenciones y sonoridades distintas a las fijadas por esta tradición. Así, por ejemplo, la utilización de contrabajo y violoncello, junto a charangos, guitarras, quenas y bombo, serían -en opinión de Luis Advis- un modo de acceder a la "universalidad" de las formas artísticas a partir de sonoridades y texturas musicales de marcada identidad local. De la misma forma, el uso de tratamientos polifónicos y corales, así como de algunas melodías disonantes, producen una obra de difícil categorización junto a las variedades de la música culta o popular producida en América Latina hasta ese momento.

Según el musicólogo Juan Pablo González, el universalismo en la música de los compositores chilenos de finales del siglo XX (Becerra, Orrego-Salas, Vila, Ortega y Guarello, entre otros), constituiría un deseo colectivo de apropiación y renovación de la tradición musical europea, practicado tanto al interior de Europa como en las llamadas áreas "marginales" o periféricas del mundo. Se trataría, sin embargo, de un universalismo cosmopolita, caracterizado por la visión de que todos los estilos musicales tienen el mismo valor y, por ello, pueden ser utilizados por los creadores de estos "márgenes" con amplia libertad. La identidad musical de los compositores chilenos de fines del siglo XX haría propias, de esta forma, tanto las tradiciones cultas y europeas, así como también las músicas provenientes de orígenes populares y latinoamericanos, dando cuenta con ello, según Gustavo Becerra, de una cultura musical estrechamente relacionada con la identidad y experiencia de los sujetos en la cultura latinoamericana.

En Luis Advis se encontraría, según señala el músico José Seves del grupo Inti-Illimani, la confluencia entre el folclor chileno y latinoamericano, el pensamiento latinoamericanista de mediados de siglo y la participación activa del elemento musical académic, alcanzando de esta forma una síntesis enriquecedora entre las sonoridades de la música popular y de la música clásica europea. Con esto se cuestionaría, en definitiva, la exclusión de las músicas populares de los valores asociados a aquella tradición exclusivamente eurocéntrica. Lo que a Luis Advis le interesaba -señala Fernando García-"era si la música cumplía o no con los cánones de belleza. Y para él la música popular los cumplía, independientemente de la sencillez.

En Canto para una semilla, esta relación adquiere características especiales determinadas por el contenido poético de la obra, esto es, por la presencia de las Décimas de Violeta Parra y la experiencia autobiográfica contenida en ellas. El sentido de la obra de Luis Advis, sin embargo, no radica solamente en la biografía ni en la simple "musicalización" de estos textos, sino que, más bien, se plantea -en palabras del composito- como una representación de "la proyección de su personalidad creadora en los diversos planos de la realidad que ella vivió, así como el símbolo que representa para nuestros tiempos, conflictos y aspiraciones".

De esta forma, la relación entre la obra de Luis Advis y Violeta Parra se establece en la representación de la música como una práctica cultural que no responde solamente a los valores de la creación artística, sino que da especial importancia a la dimensión extramusical en la cual esta se inserta. La música, para ambos autores, refiere a significados construidos en el lugar de la experiencia la cual, según Martin Jay, es "el punto nodal en la intersección entre el lenguaje público y la subjetividad privada, entre la dimensión compartida que se expresa a través de la cultura y lo inefable de la interioridad individual". En Violeta Parra, esta experiencia se expresaría a través de la forma biográfica, mientras que para Luis Advis esta sería representativa de los sujetos en la cultura moderna.

La obra de Luis Advis resulta fundamental para entender la transformación de la música folclórica chilena en una auténtica expresión de la música popular urbana, así como para la consolidación de la Nueva Canción Chilena desarrollada en la última mitad del siglo XX. Alfonso Padilla nos informa que, en el trabajo musical desarrollado por Advis con el grupo Inti-Illimani, "la NCCh da un paso trascendental [...] en su línea de apertura hacia otras culturas musicales del continente. El cosmopolitismo -al principio intuitivo y luego muy consciente- pasa a ser un rasgo distintivo de todo el movimiento".

El Canto para una semilla es, en definitiva, un canto para Violeta Parra o, más precisamente, una representación de lo que Violeta Parra significa para la cultura popular chilena en la década del setenta. Participando de la construcción de estos significados, la obra de Advis realiza una representación y una transformación de la experiencia moderna de los sujetos populares, que permanecerá como espacio de resistencia frente a la instalación de un nuevo proyecto hegemónico en la sociedad chilena.


Revista Musical Chilena, Año LX, Enero-Junio, 2006, N° 205, pp. 34-43

Canto para una semilla. 
Luis Advis, Violeta Parra y la modernización 
de la música popular chilena

por

Javier Osorio Fernández

Facultad de Filosofía y Humanidades 
Universidad de Chile