jueves, 9 de junio de 2011

Leo Masliah y Jorge Cumbo - El Juntapuchos




Soy un juntapuchos,
junto los puchos que tira la gente que fuma y que no quiere mas.
Soy un juntapuchos
y también junto el humo de lo que la gente ya se fumo.
Junto porquerías, junto porquerías
Junto porquerías, junto porquerías

Soy un juntapuchos,
junto palabras después que la gente fumando se las conversó
y rompiendo filtros
voy rescatando aquellas cosas que la gente no se fumo,
pero allá quedaron, sin esfumarse como esas que si se fumaron
y que yo también voy juntando junto a las demás.

Soy un juntapuchos,
pero lo soy desde un punto de vista por suerte solo intelectual,
soy un juntapuchos,
en un sentido figurado, no me ensucio manos ni pies
Solo el pensamiento, solo el pensamiento
Solo el pensamiento, solo el pensamiento

Junto lo que sobra,
después que alguien pensó sobre algo que luego tal vez olvido.
Soy un juntapuchos,
me fumo las neuronas que murieron y no pueden pensar,
junto las ideas, que se quedaron calladas por falta de voz,
de palabras o por la censura de quien las pensó.

Soy un juntapuchos,
hago canciones con restos de acordes usados que no sirven mas.
Soy un juntapuchos,
y esas canciones que compongo con los puchos de los demás
Son un buen negocio, son un buen negocio
son un buen negocio, son un buen negocio

Por que las registro
a nombre mio y no pueden decirme que es plagio por solo un compás.
Soy un juntapuchos,
y a quien se fume este canto yo le pido que por favor,
si no le molesta, me guarde el pucho y asi puede ser que mañana
juntando algun otro resulte una nueva canción.

De todo se deduce determinada actitud…



De todo se deduce determinada actitud…
La belleza, que es tan clara y dinámica
no debería estar encerrada en un sueño inalcanzable,
en las sombras o en la profundidad de la tragedia.

No poner límites significa liberar los abrazos,
el corazón al galope y el aturdimiento de un beso sin miedo
mirar la belleza de frente como cuando te vi en el instante preciso.

Espero con mi alma volver a repetir la armonía
pero estoy atrapada en esta estación y quiero seguir siendo…



El entendimiento se atribuye derechos que no posee.


miércoles, 8 de junio de 2011

NOCHE EN EL RIO - Atahualpa Yupanqui

Cuando se calla la tarde
levanta su voz el río.
Alma y música es la marcha,
arena y piedra el camino.

Heladas, vientos y lluvias,
manantiales y rocíos.
Cuánto de cumbre y de cielo
esconde la voz del río...

El cielo sobre las cumbres.
La cumbre sobre el abismo.
La noche sobre las piedras.
Y el mundo en la voz del río.


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lunes, 6 de junio de 2011

ποίησις 'creación'



ποίησις 'creación'

Había que considerar que mi barrio no es un taller de artistas ni tampoco una obra de arte, no es ni delicado ni perfecto. Entrar en San Antonio es como entrar en una comedia, de las peores que transmite la tele. Sobre todo al anochecer, sobre todo cuando acrecentando el encanto costero ideal aparecen los extra-vagantes saltando desde los descalabrados techos de la marginación y la odiosidad humana, resaltan ahora en el crepúsculo eterno tras la mole de cachureos comerciales neurasténicos. El fantástico e histórico barrio central  es ahora la tras bambalina de un mega centro comercial, la plaza es el camerino de seres friolentos y engominados, de humanos exhumados y ahora  de un poeta anarquista que ilumina con su cabeza y sus manos de fuego los cisnes de la pileta central.
Iluminados los jardines y encendidos los farolitos verde sereno, la plaza ahora es flotante, ahora es un barco pirata. Con árboles que dan frutos, con monstruos que tiran fuego entre las ramas de los árboles.
Esta noche lluviosa nunca será como cierta noche en que el poeta de cabellos castaños fue el héroe de la fiesta, no porque fuera aquella la única fiesta en que nuestro poeta hacía de héroe. ¡Cuántas noches, al pasar por su jardincillo de plantas voladoras y fosforescentes, dejaba oír su voz, mediana y didáctica, dictando la ley de la vida a los hombres y singularmente a los niños! Por cierto que la actitud que entonces asumían las mujeres era una de las paradojas más interesante del barrio, las emancipadas de los machos pagaban el enorme tributo de escuchar con los ojos con la mayor atención su oráculo.
Disertaba sobre la patraña de la anarquía, con tan impúdica jovialidad que tenía su encanto. Ayudaba la extravagancia de su aspecto, que de él sacaba el mayor partido, para subrayar las palabras con ademán y gesto francés.  
La verdad es que valía la pena oír hablar al Mesié, el poeta de las tres cabezas judías, aun cuando solo fuera para reírse de él, con él. Disertaba sobre la anarquía del arte y el arte de la anarquía, con tan impúdica jovialidad que –no siendo por mucho tiempo- mantenía su encanto.  Sus cabellos castaños eran como de mujer. Pero su fisonomía era de saltimbanqui  o juglar medieval, un santo cristiano con brutales mostachos prendidos a una barba que le da un aire desdeñoso.  Preciosa blasfemia en dos pies donde parecía fundirse el ángel y el mono.
Si por algo hay que recordar (volver a pasar por el corazón) aquella velada memorable, es que por el extraño crepúsculo que la precedió. ¡El fin del mundo! Todo el cielo se reviste de  un plumaje vivo y casi palpable: dije, el cielo está lleno de plumas, y que estas bajan a cosquillearme la cara, la garganta hasta hacerme toser y se meten dentro de mí haciéndome cosquillear las tripas. En lo alto veo el domo celeste  y aparecen grises, grises de palomas que transitan un sendero invisible que sube y baja hasta perderse entre las latas y tornillos de un desembarque de grano, el gris es transparente hacia la parte del oeste, ¿Cómo decir que el gris es transparente y apasionado y que los últimos plumones caen en llamas donde el sol se esconde demasiado hermoso como para dejarse contemplar? Y tan cerca de la tierra que es ahora tan confidencialmente atormentadora. Y el cielo mismo hecho un secreto, expresión de aquella espléndida pequeñez que hay siempre en el alma local, el cielo en la plaza parecía pequeño.
Día memorable, para muchos, aunque sea por aquel crepúsculo atormentador de la plaza. Día de recuerdos para otros que calentaban sus pies desnudos en las llamas, porque entonces se presentó por primera vez la segunda poeta de la ciudad. Por mucho tiempo la cariredonda y peliventolera revolucionaria había observado desde la penumbra; pero su no disputado imperio del silencio tuvo fin la noche que siguió a aquel crepúsculo.
La nueva poeta dijo llamarse Rosamunda, tenía un aire excelente y manso, una linda y puntiaguda naríz y unos desordenados cabellos, pero se notaba al instante que era menos mansa de lo que parecía. Dio la señal de su presencia en una disputa imaginaria sobre la naturaleza y la poesía.  Y en efecto Le Mesié, el poeta anárquico, descubrió la relación entre ambos fenómenos.
Bien puede ser que, en esta noche de bruma rosada  y de colores terribles, la tierra haya dado de sí semejante monstruo. ¿Usted asegura que es poeta? Dijo Le mesié, yo le aseguro que es usted un una contradicción en los términos.  Y solo me choca que en noches como éstas no aparezcan cometas, ni sobrevengan terremotos para anunciarnos la llegada de usted.
Rosamunda de los dulces ojos tras la peliventolera, soportó el rayo con cierta solemnidad sumisa, los seres de la noche soltaron una risa mezcla de admiración que escupe el gran oráculo del reproche.
El artista es uno con el anarquista; son términos intercambiables. El anarquista es un artista. Artista es el que lanza una bomba, porque todo lo sacrifica en un supremo instante; para él es más un relámpago deslumbrador, el estruendo de una detonación perfecta, que los vulgares pacos sin contorno definido. El artista niega todo gobierno, acaba con toda convención. Sólo el desorden place al poeta. De ser de otro modo, la cosa más poética del mundo sería nuestro sistema portuario. ¿Por qué tienen ese aspecto de tristeza y cansancio todos los obreros y alba-ñiles que toman el colectivo hacia Cartagena?  Porque saben que la micro anda casi bien; que no puede hacer otra cosa que llevarlos a sus puestos de trabajo, que se tienen que bajar en Cartagena y no en otro lugar, fuera están los raptos indescriptibles, o los ojos fulgurantes como estrellas de almas reintegradas en las alegrías del Edén, la próxima parada será playa chica y ese es el fin.
Esto sí que es poco poético dijo, si todo esto es verdad ellos serán tan prosaicos como usted y su poesía.
Pero lo raro, dice Rosamunda, lo hermoso es tocar la meta; lo fácil y vulgar es fallar. Nos parece cosa de epopeya que el pescador capture una albacora lanzando desde lejos su arpón salvaje, ¿y no había de parecérnoslo que el hombre le acierte cada día desde lejos a un paradero con una máquina del demonio? Pero el hombre es un verdadero mago, y toda su magia consiste en que dice ¡esta es mi victoria! Y ella, la Victoria, en ese mismo instante aparece besando las frentes. Guárdese usted sus libracos en verso y prosa y a mi déjeme llorar lágrimas de orgullo ante la lancha que acaba de atracar en puertecito. Porque el caos de aquel pescador está lleno de cuchillos afilados, tele, cleri de cerveza con puchos, wuawuas que lloran al amanecer y mujeres histéricas que tienen que alimentar a cuatro generaciones cada día.
Mesié mueve las castañas de la cabeza con una sonrisa amarga.  Nosotros los poetas, no cesamos de preguntarnos: “¿Y qué victoria es esa tan suspirada?” Usted se figura que victoria es  como la tierra prometida y que la nueva Jerusalén ha de ser como la victoria. Sí; el poeta tiene que andar descontento incluso por las calles del cielo: el poeta es el sublevado sempiterno.
¿Y qué hay de poético en la sublevación? Ya podía usted decir que es muy poético estar mareado o que la misma enfermedad es una sublevación. Enfermar o sublevarse puede ser la única salida en situaciones desesperadas; pero que me cuelguen si es cosa poética. En principio, la sublevación verdaderamente subleva, y no es más que un vómito, como los vómitos de vino tinto y cosmogonía mapuche urbana en la vereda. Ante estas últimas palabras, Rosamunda torció el cuello y pensó: DEBERÍAMOS ESTAR TODOS AQUÍ, ser poeta no significa nada, no serlo tampoco, quiso quedarse toda la noche en la plaza, escuchando historias de terror carcelario viendo fosforescencias volar sobre las historias de terror que ella misma se comenzaba a contar al ver el fruto de todo sistema que crece y crece infinitamente sin mirar, sin ver la vida y el tiempo que toma cada idea en germinar en la verdad del amor y sin él...
El arte se compARTE cada día cuando…
…nos abrimos como el aire y el mundo fluye en nosotros como el viento. El mundo forma parte de nosotros como el viento forma parte del aire. No tenemos fronteras, somos todo lo que experimentamos, sabemos, sentimos... y ello entra en interacción con todo, haciéndonos pertenecer a la tierra entera. No intentamos determinar nuestra forma pero la podemos dejar moldearse a través del ritmo particular de la conciencia tribal, que crea nuestra percepción, que nos crea a nosotros mismos...
Estaremos acá sin saber que ocurrirá, abriremos las ventanas del mundo sin esperar la catástrofe total para despertar, veremos la primavera mundial porque otro mundo es posible, porque la democracia no existe, solo existe el demonio intelectual del consumo y del desperdicio, porque estamos INDIGNADOS y no hay que ser poeta para poder decirlo, estamos indignados de ver como se nos pasa por encima cada día a nosotros y la naturaleza, solo eso, ”INDIGNADOS”, esta plaza es nuestro nido, porque la vida está de fiesta, la primavera se adelantó al invierno en el cono sur, florecerá el pavimento, miraremos las flores, se abrirá ante nuestros ojos la revelación fantástica como realidad entre tambores y colores, la conciencia de lo que sucede, el pueblo hablará en su propio nombre. El mundo ha parido el espíritu de la rebelión que habla en todos los idiomas y que se toma todas las calles diciendo no a la violencia, y no más estados violentos. La pileta encantada me ha hecho cantar esta canción y seguramente otras que ya han comenzado a escribirse.
MUCHO AMOR como dice el ALAN
La fusa