lunes, 15 de junio de 2009

Musa pagana

Hay un lugar en medio de las extensiones celestes, la tierra y el mar. Frontera infinita del triple mundo que no se ve, donde en todas partes ella es. Es un camino oculto y largo que cruza y penetra cualquier voz sus huecos. Sin reputación, sin suprema religión ella habita en miles de agujeros. Antes de la noche y antes del día abre el umbral que no tiene ningún portón. Toda bronce, toda cuerda resonante, cualquier suspiro, voz que repite iterando lo que ellos dicen. Ninguna quietud dentro y silencios en ninguna parte, este camino allí es gritos y poca voz ondulante como las olas en la rutina del océano o el azote que regaña nubes negras. Ella, una muchedumbre de paganos leves, que vienen y van mezclados e invertebrados, miles rumores en procesión, palabras confusas que nos demuelen, llenando de relatos los vacíos oídos que van llevando a otros lo narrado, y la porción de lo inventado. Ella crece y vuelve para hacer polvo el oído en lo que oye el nuevo autor creado. Allí la credulidad, allí el error imprudente, la felicidad vana meciendo al consternado temor, rebelión repentina que cae sobre el autor dudoso de suspiros. Ella, la misma caída que dice: que cosas en el cielo y en el mar! Y nosotros perdidos, abrimos la tierra para ver e investigar lo que allí sucede.

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