domingo, 19 de abril de 2009

EL RITMO MUSICAL Carmelo Saitta

EL RITMO MUSICAL

Carmelo Saitta

Debemos considerar a la música como un arte esencialmente temporal pues, sin menoscabo de los problemas de espacialidad que implica, es en el tiempo donde sus estructuras se despliegan como un continuum.

Su formalización se manifiesta en el tiempo y es en el tiempo donde tomamos conciencia de ella. Ahora bien ¿cuando hablamos del tiempo a qué nos referimos?

En principio es necesario tener en cuenta que existen tres dimensiones temporales diferentes: el tiempo cronométrico, el tiempo psicológico y el tiempo virtual. Esta última dimensión es propia de las artes, ya que cuando se alude al “tiempo” tanto en música como en cualquier arte temporal, uno se refiere al tiempo virtual, al tiempo que se construye a través de los procesos formales y sintácticos de la obra y que debe ser comprendido por el perceptor. El perceptor, a su vez, pondrá en juego diferentes operaciones mentales para la aprehensión de la obra de arte, de acuerdo a su especificidad.

Y si nos preguntamos cómo tomamos conciencia del devenir del tiempo la respuesta es, sin duda, que lo hacemos a través de los fenómenos que se inscriben en él, sean estos reales (pertenecientes a la realidad concreta), ideales (pertenecientes al mundo de las ideas) o virtuales (pertenecientes al universo de los lenguajes, las artes o las religiones).

En cuanto a la música se refiere, sus contenidos son objetos virtuales de acción, y por lo tanto sus dimensiones son también virtuales, sus materiales se distribuyen en el tiempo de manera orgánica y sus diferentes sistemas de organización están comprendidos en el estudio del Ritmo Musical. Por supuesto, esta dimensión virtual se proyecta en un tiempo real, cronométrico, y al ser percibido por el individuo, es relativizado (tiempo psicológico).

Será necesario, entonces, abandonar la clásica concepción del tiempo (constante, uniforme, unidireccional, irreversible) por una más actual que contemple la posibilidad de que existan varios tiempos o niveles temporales simultáneos (concepción topológica del tiempo), organizaciones que no necesariamente tienen que ser proporcionales o regulares. Fenómeno observable fácilmente en la música, en particular en la de Charles Ives y en ciertas heterofonías características de la música del Siglo XX.

En términos generales, cuando se habla del tiempo podemos pensar en tres concepciones temporales diferentes, que son: el ser, el estar y el devenir. Estos tres procesos de desarrollo del material en el tiempo se vinculan con tres criterios de organización diferentes, determinantes de las estéticas de las obras.

Desde el punto de vista de la percepción, también debemos considerar dos teorías un tanto diferentes:

Una, que considera al presente como una franja muy estrecha que separa el pasado del futuro (percepción del instante). En esta concepción, el presente “no existe” por cuanto es un estrecho límite entre el pasado y el futuro (cada vez que se pronuncia una sílaba ésta ha pasando inmediatamente al pasado).

La otra que, por el contrario, considera que existe un “presente ancho” en el cual se actualizan el pasado y el futuro. Esto no quiere decir que no exista el pasado y el futuro, sino que son actualizados en un presente que es capaz de ensancharse (ahora yo estoy contando lo que me pasó ayer, lo pasado ya aconteció, pero yo lo estoy trayendo al presente, también puedo estar pensando lo que voy a hacer mañana y en este sentido estoy actualizando el futuro).

Para la música esta última concepción es, en un sentido práctico, la más interesante, por cuanto el auditor va ensanchando el presente con la audición de la obra y conforme toma conciencia de su devenir va tomando parte de lo ya escuchado, porque a medida que actualiza el pasado a través de la memoria, en su vinculación con lo que está escuchando, puede anticipar lo que va a acontecer, siempre en función de un lenguaje más o menos preestablecido. Esto significa que en el momento de la audición va actualizando el pasado y el futuro en un presente ancho.

También habrá que establecer una diferencia entre la idea de tiempo que involucra a un movimiento (desplazamiento de un lugar a otro) y el tiempo sin desplazamiento, tiempo diferente pero no por ello carente de ritmo. Y también una diferencia entre la noción de velocidad y la de densidad cronométrica, que será necesario considerar.

Por último, digamos que, aunque es posi ble pensar un criterio de organización rítmica tomando como punto de partida sólo el eje temporal, en la práctica es necesario darle un soporte material. En ese momento, los sonidos, según sus cualidades, imponen sus condiciones, modificando substancialmente el resultado o, si se quiere, las cualidades del objeto a percibir. Se puede decir que la toma de conciencia del transcurrir del tiempo está siempre en función de un objeto (sea éste interior o exterior al sujeto).

Extraido de: http://www.sohns-musica.com.ar/saittaritmo.html

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