domingo, 16 de agosto de 2009

Cuarteto para el fin de los tiempos/Oliver Messiaen






Cuarteto para el fin de los tiempos (1941), una obra monumental, revolucionaria y definitoria del género, compuesta para una rara combinación de instrumentos (clarinete, violín, violonchelo y piano), que desde su estreno ha ejercido un profundo efecto en las audiencias, tanto entre los conocedores como también entre los aficionados. Las circunstancias de la creación del cuarteto son realmente sorprendentes, e incluso podrían calificarse como milagrosas, atendiendo a que Messiaen estaba recluido en un campo de concentración alemán.

Así lo narra el compositor: “El Cuarteto para el fin de los tiempos, concebido y compuesto en cautiverio, fue estrenado en el campamento Stalag VIIIA, el 15 de enero de 1941 […]. Los cuatro músicos lo interpretamos con instrumentos en estado deplorable: el chelo de Etienne Pasquier sólo tenía tres cuerdas; las teclas de mi piano vertical no ascendían cuando las tocaba… Y fue precisamente en ese piano […] que tocamos mi Cuarteto para el fin de los tiempos, ante una audiencia de 5,000 personas, donde se mezclaban las clases más diversas: campesinos, obreros, intelectuales, médicos [y] sacerdotes. Nunca antes me habían escuchado con tanta atención y comprensión…”.

El Cuarteto para el fin de los tiempos, que cuenta con ocho movimientos, fue inspirado en las visiones proféticas de San Juan en el Capítulo 10 del Apocalipsis, donde describe cómo un ángel anuncia el fin de los tiempos; y cuenta con secciones de títulos sugerentes y misteriosos, como “Liturgia de cristal”, “El abismo de las aves”, “Danza de las furias, para las Siete Trompetas”. Pero si bien la mención de estos nombres provoca curiosidad, el contenido de los mismos no sólo se corresponde, sino que trasciende cualquier detalle imaginario. Los cincuenta minutos y quince segundos que dura el cuarteto, están llenos de una energía secreta que nos eleva, sobrecoge y subyuga, a pesar de que realmente constituyen armonías y estructuras tímbricas extrañas no sólo para la época en que se compuso y estrenó, sino incluso para estos tiempos.

El crítico Marcel Delannoy escribió, luego del estreno de la obra en París (1941): “Sus intenciones desarman al crítico con anticipación, en la medida que asumen el problema resuelto: lo etéreo escrito en blanco y negro; los medios sobrehumanos; la eternidad que se acerca mientras lo temporal desaparece, debido a una composición que debe analizarse desde la perspectiva de un proceso místico…”.


Antony Pay - clarinet
Leo Phillips - violin
Paul Watkins - cello
Ian Brown - piano


OLIVER MESSIAEN


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