lunes, 14 de diciembre de 2009

La fábula del presidente.


Las tumbas no besan a los muertos,

por eso ella no lo debía besar en cambio,

todos nos oprimen mucho, mucho,

como ella lo está haciendo y hará con usted.

Las tumbas son camisas de fuerza y de cariño

lo obligarán a soportar quieto, inmóvil,

las cosquillas de los gusanos y el ardor de su descomposición.

¿No importa?

Apenas aumente la luz incierta de la rendija

un incierto afán cada mil años caerá sobre tu mausoleo.

Las sombras, perseguidas por el claror irán subiendo,

ganaran los muros lentamente como alacranes.

Los muros de hueso tatuados por dibujos obscenos.

¿No importa?

La joven abuela cerrará los ojos,

las tumbas son oscuras por dentro

no dirá palabra ni quejido

porque son calladas por fuera.

¿No importa?

Los pordioseros duermen sobre estas tumbas, se arrastran.

Se arrastrarán por fuera hasta sus tiendas

perdidos en la sombra de la Catedral

dando pasos helados hacia la Plaza de Armas

bailarán para usted a lo largo de calles anchas como el mar,

la ciudad quedará atrás desbordada y sola.

¿No importa?

La noche los reunirá al mismo tiempo que a las estrellas.

Serán uno, amarrados por la miseria, como petardos irán a dormir en su portal,

maldiciendo, insultándose a regañadientes con aversión

enemigos se harán juicios, riñendo a codazos, algunos con mierda y todo,

revolcados, tras escupirse, rabiosos, se morderán.

¿No importa?

¡¡¡No importa!!!

Porque de una aldea un día vine, una aldea al parecer deshabitada,

una aldea de casas débiles, secas entre iglesia y cementerio.

La fe que construyó la iglesia es mi fe, la iglesia y el cementerio no,

quedé viva más que la fe y los muertos.

La alegría del que se va alejando me aclara los ojos.

Aquella tierra de puntual primavera es mi tierra,

mi ternura, mi madre, y por mucho que resucite al ir dejando atrás los pueblos,

siempre viviré entre los muertos como tú,

mi fe es un eclipse entre los hombres,

invisible entre arbustos crece allá lejos rompiendo las piedras,

métrica disonante cada metamorfosis,

ya que la irrealidad terrenal es mágica y sin precedentes

me besará cada día y me unirá sin que lo puedas evitar

a ti,

porque siempre de tierra se cubren las tumbas.

Fabuloso.

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