domingo, 20 de junio de 2010

CUANDO NACIÓ MI TRISTEZA Y CUANDO NACIÓ MI ALEGRÍA...



       Cuando nació mi Tristeza, le prodigué mil cuidados, y la vigilé con amorosa ternura.
Y mi Tristeza creció como todos los seres vivientes, fuerte y hermosa y llena de maravillosas gracias.
Y mi tristeza y yo nos amábamos, y amábamos al mundo que nos rodeaba. Pues mi Tristeza era de corazón bondadoso, y el mío también era amable cuando estaba lleno de Tristeza.
Y cuando hablábamos, mi Tristeza y yo, nuestros días eran alados y nuestras noches estaban engalanadas de sueños; porque mi Tristeza era elocuente, y mi lengua también era elocuente con la Tristeza.
Y cuando mi Tristeza y yo cantábamos juntos, nuestros vecinos sentábanse a la ventana a escucharnos; pues nuestros cantos eran profundos como el mar, y nuestras melodías estaban impregnadas de extraños recuerdos.
Y cuando caminábamos juntos, mi tristeza y yo, la gente nos miraba con amables ojos, y cuchicheaba con extremada dulzura. Y también había quien nos envidiara, pues mi Tristeza era un ser noble, y yo me sentía orgulloso de mi Tristeza. Pero murió mi Tristeza, como todo ser viviente, y me quedé solo, con mis reflexiones.
Y ahora, cuando hablo, mis palabras suenan pesadas en mis oídos.
Y cuando canto, mis vecinos ya no escuchan mis canciones.
Y cuando camino solo por la calle, ya nadie me mira. Sólo en sueños oigo voces que dicen compadecidas: "Mirad: allí yace el hombre al que se le murió su Tristeza".


        Y cuando nació mi Alegría, la alcé en brazos y subí con ella a la azotea de mi casa, a gritar:
- ¡Venid, vecinos!¡Venid a ver! Porque hoy ha nacido mi Alegría: venid a contemplar este ser placentero que ríe bajo el sol.
Pero qué grande mi sorpresa porque ningún vecino mío acudió a contemplar mi Alegría.
Y todos los días, durante siete lunas, proclamé el advenimiento de mi Alegría desde la azotea de mi casa, pero nadie quiso escucharme. Y mi Alegría y yo estábamos solos, sin nadie que fuera a visitarnos.
Luego, mi Alegría palideció y enfermó de hastío, pues sólo yo gozaba de su hermosura, y sólo mis labios besaban sus labios.
Luego, mi Alegría murió, de soledad y aislamiento.
Y ahora sólo recuerdo a mi muerta Alegría al recordar a mi muerta Tristeza. Pero el recuerdo es una hoja de otoño que susurra un instante en el viento, y luego no vuelve a oírse más.



El Loco es una obra del escritor libanés Gibran Khalil Gibran publicada por primera vez en 1918.

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