domingo, 26 de diciembre de 2010

El narrador


 
El amor condenado al fracaso de un malhechor,
amor trágico porque compromete de un modo a veces violento
toda la vida.
Porque perturba gravemente lo espiritual.
Así comienza su novela el narrador.
Espera que la noche termine, y los pájaros píen en los árboles,
permanecerá arrimado a su mesa.
Una luz tranquila sobre sus manos vela,
largas manos estrechas que parecen ahora dormir.
Y las páginas no aparecen,
ni un ruido en toda la casa,
del jardín sube el cuchicheo y los buenos olores de la tierra invaden poco a poco al puerto.
El amor condenado al fracaso de un malhechor...

Cada vez que está inquieto y respira el perfume venido de las profundidades del suelo,
se siente tranquilizado hasta en lo más íntimo de su ser.
Quizá sonríe por eso.
Su rostro asombrado de niño se hunde en las mejillas dibujando unas margaritas,
pero hay algo de herido en su mirada,
algo reprimido en sus labios, como si no hubiese dicho lo que debió decir.
Espera que la noche termine, y los pájaros píen en los árboles,
permanecerá arrimado a su mesa.
El amor condenado al fracaso de un malhechor...
Se cuida, si restringe aun más su corta ambición
y permanece fiel a su libro y a su jardín,
irá sin ruido
hacia una muerte honorable.
Que se oculte el narrador,
que deje que la vida pase cerca de él
como un gran río sonoro.
Que se oculte el narrador.





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